Si por mí fuera, el planeta Tierra estaría hecho de galleta.
La dorada sabana africana sería una deliciosa galleta de plátano,
los polos estarían espolvoreados con una gruesa capa de coco rallado, las
cadenas montañosas serían elevaciones monumentales de crujiente galleta
caramelizada y el núcleo de la tierra estaría formado por ríos de denso y cálido
chocolate americano.