viernes, 30 de abril de 2010

Esa cosa tan en desuso llamada "Educación"

La educación es eso que antaño inculcaban los padres a los hijos y cuya función era que el retoño-proyecto de persona, se convirtiese en un adulto cívico y preparado para interaccionar de manera correcta con su entorno según las normas que dictasen la cultura en la cual se hallase inmerso.

Y he dicho antaño, puesto que ésta es una práctica en declive.
Hoy en día se decide tener hijos como quien decide que hoy prefiere magdalenas y no croissants para merendar (y así nos va el pelo).
Los padres se desentienden de la educación de sus hijos y delegan en otros, comúnmente los abuelos o los profesores, para que lleven a cabo esta tarea. ¡Como si no tuviese otra cosa mejor que hacer! Ahora los docentes no sólo tienen que vigilar que ningún alumno le raje las ruedas del coche sino que además tienen que educar y enderezar a los niñatos que otros han malcriado.

Y por supuesto, los padres se quejan de que la educación está fatal (cosa que tampoco pongo en duda) pero una cosa es quejarte del sistema educativo y otra poner el grito en el cielo porque alguien no ha hecho lo que ellos deberían.
Los profesores no educan, ENSEÑAN y ellos nunca podrán suplir las funciones que unos padres deben desempeñar cada día.

Si un padre no insta a su hijo a hacer los deberes, este no los hará.
Si los progenitores se dedican a decir cosas del tipo “cabrón”, “hijo de puta” y demás lindezas ante la prole, éstos te sorprenderán reproduciendo tales palabras a grito pelao’, cual vendedora ambulante anunciando 2X1 en bragas, en medio de la calle y en presencia del padre/madre (que encima permanece impasible ante tal situación). Y sí, yo lo he visto en niños de poco más de 7 años… Espeluznante.

Pero claro, es mucho más sencillo pasar del tema. Total ¡Si ahora con la tele, los niños se educan solos!
Así nos va el pelo, señoras y señores y así es como estamos creando un país poblado por canis y chonis (y ya está empezando la invasión de una manera nada discreta) que además se creen de los más listos porque no saben lo suficiente como para darse cuenta de que no saben nada (pensamiento patrimonio de aquellas personas medianamente inteligentes).

Y damas y caballeros, mi oración final es: Si no quieres educar a un hijo, no lo tengas.
Usa preservativo y salva al mundo de la superpoblación de canis y chonis (y hazle de paso un favor al Amazonas, que con lo que puede llegar a gastar un crío de estos en cuadernos Rubio… Dios/Buda/Obi Wan Kenobi salve la selva.)

Es una verdadera lástima, porque desde mi punto de vista, el educar a un hijo, inculcarle ciertos conocimientos y ver cómo desarrolla habilidades intelectuales por sí mismo debe de ser la parte más interesante y satisfactoria que existe del hecho de ser padre/madre.

… Sólo nos queda depositar nuestras esperanzas en Rubio y sus cuadernillos enderezadores.


jueves, 22 de abril de 2010

Los replicantes

Cuando yo era joven (sí, más todavía) una de mis amistades se dedicaba a clonar mi personalidad, mis gustos y demás, cosa que, como es fácil de suponer, era insufrible y me crispaba los nervios.
Yo pensaba que lo mío era un caso aislado, raro o excepcional, pero resulta que lo que una creía excepción, va a resultar que es más bien la regla.
Hablando recientemente con una amiga (hello Mononoke! :D) me di cuenta de que a ella le había pasado lo mismo.

Ahora, años después (no muchos, como es de suponer) una puede solazar su espíritu y liberarse de pensamientos tóxicos… Y es que no era que yo fuese irascible o que mi personalidad tuviese tintes asociales, era que la otra persona era ALTAMENTE irritante…
Bueno es el saberlo, oiga.

Ahora sólo queda preguntarme… ¿Qué pasará a los replicantes al pasar la adolescencia? Personalmente, me resulta entretenido imaginar que con el tiempo, han ido desarrollando una personalidad “propia”, en el sentido de que el collage que han ido elaborando con retazos de personalidades ajenas ha dado como resultado una mezcolanza única, que ahora pueden proclamar como propia.

Si es que, cada uno se consuela como buenamente puede.


Sí, como os habéis podido imaginar,
este post no tiene ninguna finalidad en absoluto.
Pero ¿a que mola más así? :D

martes, 13 de abril de 2010

Soñando

No hay nada como soñar despierto, construir castillos en el aire e intentar traerlos a la tierra.
No hay nada como soñar imposibles y creerlos posibles.
No hay nada como un proyecto onírico.
No hay nada como un inventor en pijama y una pensadora en camisón, puesto que son los soñadores que creen en los imposibles los que materializan los sueños.

Así pues, permitidme que vuelva a los brazos de Morfeo; y si bien es cierto que los sueños, sueños son (y ya sabemos que de ilusiones no se vive), también lo es que de ellos maravillosas ideas se concibe.


Total, excusas para no salir del catre :D

jueves, 1 de abril de 2010

Domesticando zorros...

- ¿Qué significa “domesticar”?
[…]
- Es una cosa demasiado olvidada –dijo el zorro-. Significa “crear lazos”.

-
¿Crear lazos?

-
Sí –dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cine mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo…

[…]

- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo…


El zorro calló y miró largo tiempo al principito.

-
¡Por favor…, domestícame! – dijo.

[…]

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

- ¡Ah!... –dijo el zorro-. Voy a llorar.

- Tuya es la culpa –dijo el principito-. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara…

- Sí –dijo el zorro.

- ¡Pero vas a llorar! - dijo el principito.

- Sí –dijo el zorro.

- Entonces, no ganas nada.

- Gano - dijo el zorro-, por el color del trigo.

“El Principito”
Antoine de Saint-Exupéry