domingo, 7 de octubre de 2007

"Tenga usted la amabilidad de respetar mi espacio vital..."

Anoche (como todos los fines de semana) salí de fiesta en compañía de mi beloved sister y, más bien tirando al final de la noche, se me acercó un pesado (uno de tantos).
El tipo en cuestión empezó preguntándome cómo me llamaba, para a continuación seguir con un "¿Qué perfume llevas?", "¡Qué camiseta más bonita!", "¿Es de motivos medievales?" (Nota: además de pesado (y rarito) necesitaba graduarse la vista, porque de motivos medievales no tenía nada, pero vamos, que ni de casualidad...) "Es como roja y con motivos dorados ¿no?" (al menos sabemos que no es daltónico)... Y un largo y cargante etcétera...
Todo eso iba acompañado de toquiteos; que si te pongo la mano en el hombro, que si te rodeo la cintura, que si te toco la tripa... (DIOS mataría a los tíos me que tocan la tripa sin permiso, ¡¡¡es que les atravesaría con una pajita y les echaría tequila en la herida!!!)...


Creo que hablaría en nombre de todas las personas (sobre todo mujeres) si digo que odio a los invasores de espacio personal.
Al parecer a ese tipo individuos (llamémosles babosos) les han enseñado que más es menos y menos es más, porque si no, no me explico por qué su sobeteo es directamente proporcional a tu rechazo hacia ellos. Digamos que son los hombres chicles: cuanto más los pisas, más se te pegan.
Puede ser que digan, "total, no voy a conseguir nada así que... Apovecho ahora". El caso es manosear al personal.


También existe la variante del garrulo que se mete en medio del grupo de amigas y se pone a bailar (refregón incluído) como si la cosa fuese con él. ¿No ves que tú te acercas y nosotras nos alejamos? Eso demuestra que se trata de individuos con un alta autoestima; la gente no huye de él... Simplemente se desplaza.
Encima si les dices que ya está bien, que les dejes en paz, ¡Se indignan! Y por supuesto te dicen que eres una antipática y vaya usted a saber qué cosas más; y si son extranjeros, que no falte el "yo pensaba que las españolas érais más abiertas", que si bla bla, que si sangre caliente que si ritmo latino... Sí oiga, pero eso no significa que tenga que hacerme la simpática con todos los pesados que se me acerquen y además hacer como si me interesase su fatigante discurso.

Podría continuar con una larga lista de desagradables y a veces divertidas (divertidas porque te ríes del pobre desgraciado) anécdotas, pero creo que con este esbozo ya es suficiente. Cuando me decida a hacer un libro sobre el tema ya lo desarrollaré.

Por último decir que del encontronazo con el individuo antes nombrado saqué dos conclusiones: una, que el "hombre" era un festichista y dos, que tenía un trauma de la infancia.

1 comentario:

... dijo...

jajajaj pobre hombre aunque la verdad esque cuando se ponen en plan sisi tu di lo que quieras que mientars te sobo... dios los mataria acabaria con todos los hombres y entonces viviriamos en un mundo perfecto mmm... me gusta la idea voy ahora mismo a meterme un cuchillo jamonero en el bolso!