martes, 29 de septiembre de 2009

La ¿intrínseca? perversidad de las féminas


¡Cuántas veces habremos oído eso de que las mujeres son la raíz de toda perversidad!
Sin embargo, yo creo que la mujer no nace con el gen de la maldad, sino que va desarrollando este rasgo a lo largo de la vida, tras estarse días esperando al lado del teléfono con la promesa del “te llamaré”, tras desilusiones y frustraciones varias, tras numerosas promesas de planes que nunca se llevarán a cabo… Y tras numerosos “trases”más.

Las que tienen la mala suerte de empezar pronto con los líos del amorío (14, 16… etc) son las que más papeletas tienen para acabar siendo unas malas pécoras. A esta edad ya se está bastante trastornado de por sí y, en mi opinión, las malas experiencias a estas tiernas edades provocan deformaciones perversas en los surcos cerebrales.
Si se empieza más tarde, mejor, puesto que ya se tiene un poco más de criterio que las ñoñas series adolescentes (que por lo visto hoy en día no son tan ñoñas, pero en fin, que yo hablo de lo que visionaron las pécoras de hoy en día) y se sabe que la gente es retorcida y que la mayoría no saben si van o si vienen.

El caso es que, empieces cuando empieces, las malas experiencias se acumulan y una acaba fermentando en su interior sentimientos de rabia, frustración e impotencia, que van a acabar enfriando y reposando hasta cristalizarse en una astucia malévola. El resultado es que a los 30 ya eres toda una perversa dama, digna de la cita anteriormente mentada.
Sólo es entonces cuando la pérfida señorita que se ha ido modelando bajo las directrices de las frustrantes experiencias amorosas, pone en práctica las malas artes que ha ido aprendiendo (o sufriendo en sus propias carnes).
“Ahora les toca a ellos” dice para sus adentros.

Por supuesto, también las hay que son unas malas zorras por naturaleza, al igual que otras continúan siendo unas figas durante toda su vida (estas son las llamadas mujeres alfombra… Las pisas y las pisas… Y casi te dan las gracias por ello), pero no todas las que son, han nacido con ello.

¿Cómo acabará esto? ¿Qué curso seguirá la evolución de las futuras Maléficas?
Pues ni idea, pero en mi enfermiza mente se vislumbra un hipotético futuro no muy lejano, en el cual investigadores, biólogos y genetistas se toparán con un nuevo gen, uno específico para este rasgo en concreto, un gen de la “perversión femenina”.
“En este caso, la función hizo al órgano” dirán ellos, dando la razón al señor Lamarck.

Así que, no, como has podido comprobar, no niego que haya una maldad específicamente femenina. ¡Cómo iba a negar tal evidencia! ¡Qué ridiculez, oiga!
Por el contrario, matizo: ¿Malvada? Sí ¿Por naturaleza? No.
Y punto, porque yo lo digo.

Lo sentimos querida Aurora,
pero a ti también te llegará el turno...

"Es hora de que lidien con el monstruo que ellos mismos crearon..."

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