domingo, 8 de noviembre de 2009

La sinceridad y sus amigos los hipócritas

Tengo la intención de hacer de ésta una entrada "breve", así que iré directa al asunto.
Probablemente habréis conocido a alguna persona que se define a sí misma como “sincera” y que defienden la verdad a capa y espada y odian la mentira y siempre cumplen su palabra y bla bla blaaaaaaaaaaa.

Yo sí he conocido a unas cuantas (no muchas, afortunadamente, pero demasiadas para mi gusto) y han resultado ser las personas que menos cumplen su palabra.

Puede que sólo sea psicológico y que, en realidad, no mientan más que los demás; es posible que lo hagan en la misma medida que el resto de los mortales, pero que al ser los que más promesas hacen, crean más expectativas y al no cumplirse, el impacto emocional es mayor.

O puede que lo esté enfocando mal y por ello no soy capaz de ver que el declararse pro-sinceridad no es más que una táctica para engatusar al personal y quedar como un caballero de antaño (o damas, aunque suelen ser hombres, pero mujeres también las hay, por supuesto), de esos que defendían por encima de todo “el honor, el valor y la sinceridad”, cualidad que por supuesto, presuponen que es deseable.

Sea como fuere, no puedo hacer más que recomendaros que en cuanto topéis con individuos de estas características: Uno. Desconfiéis. Dos. Si realmente es tan sincero/a como dicen, me lo presentéis. Sería digno de estudio.

Por la boca murió el pez...

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