jueves, 1 de abril de 2010

Domesticando zorros...

- ¿Qué significa “domesticar”?
[…]
- Es una cosa demasiado olvidada –dijo el zorro-. Significa “crear lazos”.

-
¿Crear lazos?

-
Sí –dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cine mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo…

[…]

- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo…


El zorro calló y miró largo tiempo al principito.

-
¡Por favor…, domestícame! – dijo.

[…]

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

- ¡Ah!... –dijo el zorro-. Voy a llorar.

- Tuya es la culpa –dijo el principito-. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara…

- Sí –dijo el zorro.

- ¡Pero vas a llorar! - dijo el principito.

- Sí –dijo el zorro.

- Entonces, no ganas nada.

- Gano - dijo el zorro-, por el color del trigo.

“El Principito”
Antoine de Saint-Exupéry

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